Gustavo Esteva Duele y avergüenza el punto al que llegamos. No estamos al borde del abismo. Caímos en él y parece insondable: no se ve el fondo. Hace un par de años nos irritó ser calificados con la estúpida categoría de Estado fallido, al lado del Congo y Pakistán. Pero el hecho es que el país se cae a pedazos y entramos a un callejón sin salida. Necesitamos detener la mirada en el desastre, examinarlo cuidadosamente. No hace falta buscar mucho. Si mantenemos los ojos abiertos, no importa en qué dirección veamos. La quinta parte de los mexicanos ha tenido que abandonar el país. La nuestra es una de las más grandes migraciones de la historia. Cientos de miles siguen tratando de cruzar esa puerta de escape, aunque se encuentre cada vez más cerrada. ¿Cómo no ver lo que esto significa? Crímenes de barbarie extrema, secuestros, asaltos, violaciones… una violencia cada vez más general y aleatoria, que incluye la esfera doméstica y, como siempre, se ...