2011: negociar la alegría de ser uno mismo
Marciano García
Terminamos un año de crisis económica de carácter mundial. Comenzamos otro año, el 2011. Se nos dan 365 días para negociar nuestra felicidad. Si lo hacemos bien, podemos tener 365 días felices. Para eso tenemos que usar correctamente nuestra inteligencia, hacer buenos discernimientos.
Lo primero es ver en que vamos a invertir. Es muy importante que sepamos bien la posibilidad de éxito de nuestra inversión. Tenemos la posibilidad de invertir en tristeza o en alegría. ¡Como si fuera tan fácil. Si ustedes, amigos lectores o lectoras, creen que la alegría depende de las circunstancias ajenas a ustedes mismos, entonces han hecho una inversión mala, han gastado su capital en conceptos negativos. Llámense a la reflexión. No deben poner su alegría en manos ajenas, es suya, suya, suya. Nada ni nadie tiene derecho alguno sobre su alegría.
Lo segundo es trabajar fuerte en la inversión. Han decidido invertir en alegría. Pero tienen que tener mucho cuidado, el mercado está saturado de falsificaciones. No todo lo que se vende por ahí, a lo largo de los contenedores culturales, es válido. Si van a invertir en alegría, y es una buena opción, escojan una buena marca. La alegría buena, la perfecta, la que no se pierde, es la alegría que ustedes mismos son. Así, como suena; el ser humano en la verdad de sus ser es alegría plena, esta es la marca buena, su alegría propia. Ustedes son alegría.
Lo tercero es perseverar trabajando la inversión. Normalmente vivimos es una superficialidad falsificada. Es natural, nuestra vida interior no puede estar expuesta a toda clase de público. De hecho, vivimos escondidos detrás de diversas fachadas. Esto tiene un grave peligro, que comencemos a vivir escondidos de nosotros mismos. La alegría que somos está honda en nuestro ser, precisamente para que nadie la profane. Cuando lleguen a ver el ser que son, una alegría imperturbable llenará sus conciencias de un gozo inefable. Comprobarán que hicieron una buena inversión.
En tristezas no inviertan nada, será perdido. Las novelas tanto radiales como televisivas están llenas de lágrimas y lamentos. Ustedes no sean personajes de novelas. Hagan una historia con guiones compuestos por ustedes mismos, sin llantos, pero sí con mucha alegría.
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