Balance del primer periodo del semestre de psicología
En el curso de psicología he encontrado dos afirmaciones opuestas que resumen la opinión de los estudiantes respecto del curso: "Estudiar psicología es necesario porque nos ayuda a conocernos mejor y a comprender a los demás" o "A mí no me interesa la psicología porque no voy a ser psicólogo".
Los resultados del primer examen del semestre no fueron buenos. Las mejores calificaciones fueron de 7.8, cuatro estudiantes las alcanzaron de un total de 36. La calificación final se mejora porque cuentan las actividades y las actitudes de aprendizaje, que también se evalúan, con el objetivo de valorar el rendimiento completo de los estudiantes.
¿Por qué no son tan buenos los resultados? ¿Por qué el aprovechamiento es regular, cuando pudiera ser muy bueno?
He tratado de aplicar una metodología constructivista, partiendo de preguntas, de los saberes previos de los alumnos, busco poner ejemplos, relaciono los temas del programa con asuntos de la vida, llevo cuentos a la clase, preparo apuntes para los muchachos, y ellos leen y realizan diversas técnicas de registro y análisis de la información. Además procuro que trabajen en equipo y planeo con orden las actividades de aprendizaje que refuercen el contenido del curso.
Desde el punto de vista de la enseñanza hago un buen esfuerzo y llevo con orden el curso. Trato de motivar a los estudiantes con la diversidad de actividades que llevamos a cabo durante las clases.
Sin embargo, los jóvenes se confiaron en el examen y no estudiaron lo suficiente. Esperaban un examen fácil, "en otros exámenes nos preguntan pocas cosas". Apliqué un examen de 40 preguntas, ninguna de complementación: subrayar, relacionar columnas, anotar el término que contestara la afirmación correspondiente.
Me da tentación de pensar y decir que los jóvenes han perdido el interés por el estudio, que nos les importa la escuela, que simulan estudiar, que se hacen los tontos en sus compromisos académicos. Pero pienso mejor y digo que mi tentación tiene algo de razón. Esa es parte de la verdad. En la mayoría de los casos, no existen motivaciones genuinas para estudiar. La escuela, en todos los niveles que han cursado, no ha sabido llenar de entusiasmo el corazón infantil y juvenil. No hay pasión por el estudio. Los propios profesores, con frecuencia, tampoco la tienen.
Con todo, sigue siendo un reto encontrar la manera que los temas áridos y fríos del programa de estudios, se conecten con los intereses y los gustos de los estudiantes. Esto es materia de búsqueda metodológica. Los profesores tenemos que encontrar otras técnicas, otras maneras de llegar a los puntos de interés de los jóvenes. Tenemos que leer más. Podemos entusiasmarnos más con nuestro trabajo para contagiar entusiasmo en los muchachos. Tenemos que acercarnos más a nuestros alumnos para que se reduzcan las distancias de intereses y de formas de ver la vida. Tenemos que acercarnos más a ellos para que nuestras escuelas se enriquezcan con la maravillosa diversad de la energía juvenil y la experiencia de los adultos.
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