Tiempo de volver a la armonía
Eclesiastés 3:1-10
"Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol: tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar y tiempo de sanar; tiempo de destruir y tiempo de construir; tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar; tiempo de arrojar piedras y tiempo de recogerlas; tiempo de abrazar y tiempo de desprenderse; tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de desechar; tiempo de rasgar y tiempo de coser; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de odiar; tiempo de guerra y tiempo de paz".
Es cosa de prender la televisión, escuchar cualquier noticiero, hojear el periódico o platicar de lo que pasa a nuestro alrededor: todo es agitación, ruido, discordia, violencia, ambiente de guerra, competencia, duelos de vanidades. Malas noticias. El ajetreo de afuera nos contagia. Los vientos fuertes del ambiente social provocan tempestades en nuestros adentros. La inestabilidad es lo más estable.
El mundo externo vive en desordenada agitación. Eso nos produce malestar. Intentamos revertir esa inquietud que angustia. Escuchamos música, buscamos a las personas cercanas, intentamos hacer cosas que ayuden a encontrar algún remedio. Buscamos, nos movemos, tratamos de acallar el ruido exterior. Pero éste sigue. Sigue afuera y se cuela muy adentro de nosotros.
Buscamos en todos lados. El aturdimiento es general. Buscamos en todos lados, menos donde puede haber sosiego y armonía: dentro de nosotros.
San Agustín decía: vuélvete a ti, en tu interior está la verdad más profunda, en tu interior están las respuestas a tus preguntas, dentro de ti mora Dios, satisfacción de todas tus insatisfacciones.
Es tiempo de dejar algunas locas carreras con que acompañamos la frenética marcha del mundo. Es tiempo de mirar hacia lo que verdaderamente necesitamos. Es tiempo de guardar un poco de silencio interior. Unos minutos por la mañana. Otros minutos por la tarde o antes de dormir.
Es tiempo de sosiego. Es tiempo de cuidar la salud, de hacer ejercicio, de equilibrar los alimentos que nos dan energía y vitalidad, de cuidar la amistad de quien nos quiere y a quien queremos.
La armonía interior es la mejor manera de cumplir nuestra vocación y de devolver al mundo y a la sociedad un poco de tanto que hemos recibido. Porque, con todo, la vida es buena, sólo que con nuestros deseos y búsquedas desordenadas hemos vuelto un caos, lo que está llamado a ser buena convivencia.
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