Cuidar a los jóvenes: Elena Poniatowska
Los jóvenes son mi fuerza, mi inspiración y mi
orgullo. Creo en ellos como en el Santo Niño de Atocha en el que confiaba
Jesusa Palancares. Sin ellos no tendría sentido teclear un día sí y otro
también desde el año de 1953 hasta la fecha.
Sin los jóvenes, México estaría irremediablemente
perdido, sin aliento, sin nadie por quién luchar, sin vuelo, sin futuro. La
tienen difícil en estos años porque a los egresados de las distintas facultades
universitarias se les cierran las puertas:
–¿Tiene experiencia?
–Acabo de terminar mi carrera.
–Lo siento. Que pase el siguiente.
Sin embargo, son los jóvenes los que se ponen de pie
porque la marginación los hace sensibles a la injusticia y defender a los menos
favorecidos; se identifican con los grupos que los gobiernos se encargan de
sepultar y resucitar cada seis años con fines electorales. A lo largo del
tiempo han sido solidarios con los ferrocarrileros, con los mineros, con los
indígenas, con los campesinos, con los zapatistas, los paracaidistas, las
madres de desaparecidos, con las familias víctimas de la violencia por la
guerra del narcotráfico y son ellos quienes apoyan las grandes causas sociales
de nuestro país.
Quiero contarles que hace algunos años, subí a la
rectoría de la UNAM con algún mensaje de López Obrador para Juan Ramón de la
Fuente, entonces rector. Los dos, de pie, nos acercamos a uno de los grandes
ventanales de la torre de rectoría. El doctor de la Fuente miró hacia la
explanada en la que caminaban unos muchachos. Desde lo alto veíamos sus nucas y
sus hombros y de pronto me dijo: Es a ellos a quienes tengo que cuidar.
De la Fuente tenía y tiene toda la razón. Es a ellos a
quienes nosotros, los que ya vivimos, los viejos de ochenta años, tenemos que
cuidar.
Fragmento del texto leído por la periodista, en la sala Miguel
Covarrubias, el pasado lunes 14 de mayo durante el homenaje por su cumpleaños
80 que recibió en la UNAM
http://www.jornada.unam.mx/2012/05/19/cultura/a06a1cul?partner=rss
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