La belleza que salva
27.06.12 |
09:38.
José Arregi
Noche estrellada. Vicent Van Gogh |
“La belleza salvará al mundo”, escribió Dostoievski en “El Idiota”,
y hace poco volvimos a vivirlo y a convencernos de ello en las II Jornadas de
Espiritualidad y Cultura organizadas en San Sebastián por la Asociación GUNE.
El tema de este año: “Arte y Espiritualidad”, de la mano de filósofos, poetas,
pintores, músicos, escultores y cineastas.
Habría que
decir más bien “la belleza salvará a la Tierra”, pues el mundo es
infinitamente más grande que esta pequeña y maravillosa Tierra. Existía miles
de millones de años antes que ella y seguirá existiendo miles de millones de
años después de que ella desaparezca (aunque, en realidad, nada de lo que
existe desaparece, solo se transforma).
Y habría que
decir más propiamente “la belleza salvará al ser humano”, pues la Tierra
existía miles de millones de años antes que esta especie tan reciente e
inacabada que somos, y seguirá existiendo miles de millones de años después de
que nosotros desaparezcamos y demos lugar a otras especies, que esperemos
puedan gozar tanto como nosotros, pero sin sufrir ni hacer sufrir tanto como
nosotros. Esperemos.
Mientras
tanto, en esta existencia pasajera, en esta vida fugaz, la belleza nos puede
salvar. ¿Salvarnos de qué? Salvarnos de ser infelices y de hacer daño por
serlo, salvarnos de ser la mayor amenaza de esta Tierra que somos,
salvarnos de nuestras heridas, salvarnos de herir.
¿Salvarnos
para qué? Salvarnos para poder gozar más haciendo el bien, para poder
ser más buenos gozando más. No hay más salvación, ni más verdad y esperanza. No
hay más Dios que esa Salvación, que esa Bondad feliz, que esa Bienaventuranza
del amor. Y la Belleza nos dice que esa Salvación es, que puede ser y será, y
debemos hacer que sea.
La Belleza
nos puede salvar. Así lo expresa, por ejemplo, con enorme fuerza el poema
“Eurídice” de Clara Janés, que nos conmovió en San Sebastián con su
extraordinariamente bella conferencia. “Pero Orfeo, el poeta y músico
enamorado, no pudo salvar a su amada esposa Eurídice del Hades, la muerte o el
infierno. A ella, la belleza no la pudo salvar”, le objetamos. “Pues a mí me
salvó del infierno”, respondió Clara Janés bajando la voz. “¿Del infierno?”.
“Sí, me salvó del infierno”. Le creímos. La música salvó también a muchos en
los campos de concentración de Theresienstadt y Auschwitz.
La Belleza. No
la belleza convencional de una época, impuesta por la moda. No el canon
griego de Policleto, el cuerpo “perfecto” de 7 cabezas, ni el canon de las
modelos con sus proporciones “perfectas” de 90-60-90, tortura de tantas
mujeres.
La Belleza
que no solamente encanta, sino que además conmueve. La Belleza como Bondad que aparece
en todas las formas, espíritu y carne a la vez, más allá de la forma y la
palabra, pues “nos enamoramos solo de lo que no vemos, oímos ni entendemos”,
como escribió hace 800 años Rumi, poeta sufí iraní. La Belleza que nos despoja
y nos protege, nos vacía y nos llena: el círculo negro (el cielo) sobre fondo
blanco de Malevich, o el cuadrado negro (la tierra) sobre fondo blanco. El
simple punto negro o el total Vacío, pues “el vacío está lleno de vibraciones”,
como escribe el físico cuántico Nicolescu. Una única nota o el silencio sonoro
de Mompou y de Arvo Pärt.
No sabemos
qué es la Belleza, pero cuando abrimos los ojos y miramos la realidad, sin
mirar al reloj ni a la Bolsa, ni mirarnos al ombligo, cuando enteramente nos
volvemos “antena” como decía Chillida, entonces la captamos: la Belleza
inasible, invisible e indecible, la Plenitud que ES, nos atrae y nos salva.
La Realidad
es sagrada y cuando la contemplamos con respeto y respiramos y caminamos de
forma sagrada, entonces percibimos que todo, a pesar de todo, está lleno de
gracia, de belleza. Que la Realidad es bella y que la Belleza nos salva.
José Arregi
Para orar.
TARDE TE AMÉ
Me dirigí a
todas las cosas que rodean las puertas de mi carne:
"Habladme de mi Dios, ya que vosotras no lo sois. Decidme algo de él".
Y me gritaron con voz poderosa: "Él es quien nos hizo".
Mi pregunta era mi mirada; su respuesta era su belleza.
¡Tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé!
El caso es que tú estabas dentro de mí y yo fuera.
Y fuera te andaba buscando y, como un engendro de fealdad,
me abalanzaba sobre la belleza de tus criaturas.
Tu estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.
Me tenían prisionero lejos de Ti
aquellas cosas que, si no existieran en Ti, serían algo inexistente.
Me llamaste, me gritaste, y desfondaste mi sordera.
Relampagueaste, resplandeciste, y tu resplandor disipó mi ceguera.
Exhalaste tus perfumes, respiré hondo y suspiro por Ti.
Te he paladeado, y me muero de hambre y de sed.
Me has tocado, y ardo en deseos de tu paz"
"Habladme de mi Dios, ya que vosotras no lo sois. Decidme algo de él".
Y me gritaron con voz poderosa: "Él es quien nos hizo".
Mi pregunta era mi mirada; su respuesta era su belleza.
¡Tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé!
El caso es que tú estabas dentro de mí y yo fuera.
Y fuera te andaba buscando y, como un engendro de fealdad,
me abalanzaba sobre la belleza de tus criaturas.
Tu estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.
Me tenían prisionero lejos de Ti
aquellas cosas que, si no existieran en Ti, serían algo inexistente.
Me llamaste, me gritaste, y desfondaste mi sordera.
Relampagueaste, resplandeciste, y tu resplandor disipó mi ceguera.
Exhalaste tus perfumes, respiré hondo y suspiro por Ti.
Te he paladeado, y me muero de hambre y de sed.
Me has tocado, y ardo en deseos de tu paz"
(San
Agustín, Confesiones)
Cada época tiene un concepto distinto de belleza, la aquí descrita es muy semejante a los conceptos de José Vasconcelos sobre Estética, y principalmente sobre el apriori estético, es decir, esa belleza que lo es todo antes de podela siquiera conocer, y que no necesita ser "comprobada" por el ser humano. Estoy de acuerdo que la belleza puede salvar al hombre, pero tambipen el arte, ya que el arte tiene como fin principal encontrar al hombre, y lo que hay en sus confines, pero demanera bella. Yo sí estoy a favor del canon estético, ya que como lo menciona el mismo Kant, el canon nos permite reconocer la belleza, y poder decir "es bello" y no sólo "me parece bello", el canon le ayuda a cada época a conocerse y proyecctarse de infnitas maneras simbólocas.
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