31 de julio, memoria de Ignacio de Loyola
Monumento a San Ignacio de Loyola. Casa de Ejercicios Espirituales de Puente Grande, Jalisco |
Amar y servir es el mejor sentido de la vida
Hoy 31 de julio se guarda la memoria de Ignacio de Loyola, uno de grandes hombres que, por la trascendencia de su obra, es pilar de la cultura occidental.
Ignacio fue un hombre del Renacimiento. Su vida fue perseguir honores, placeres del trato con mujeres y seguir con éxito la carrera militar. Hasta que una bala le destroza la pierna y su vida entró en un aire de reflexión. En su convalescencia pidió libros de aventuras de caballería y como en la casa, sus hermanas sólo tenían vidas de santos, esos libros dieron a leer al enfermo. Las lecturas algo modificaron en el interior de este individuo amante de la vida mundana.
De pronto, sólo quiso dejar su pasada experiencia de búsqueda de vanagloria y se dispuso a servir a Dios, a través de salvar almas. Primero se convirtió en peregrino, que buscaba la visita a santuarios marianos y Jerusalén, Tierra Santa.
Más tarde, en su idea de dar gloria a Dios, encontró que la mejor forma de servir al Creador del mundo, era servir a sus semejantes. Y se puso a estudiar y a reunir en torno suyo a un grupo de compañeros que compartían su ideal.
Su proceso de conversión lo escribió en un librito que llamó "Ejercicios Espirituales". ¿Por qué llamó así a su experiencia de conversión? "Porque así como el pasear, caminar y correr son ejercicios corporales, de la misma manera todo modo de preparar y disponer el alma para quitar de sí todas las afecciones desordenadas, y después de quitadas buscar y hallar la voluntad divina..." (EE, Nº 1).
Ignacio se convirtió en maestro de Ejercicios Espirituales. Dirigía y acompañaba a sus amigos en un periodo fuerte de 30 días seguidos, en donde se procuraba el conocimiento de sí mismo y encontrar la voluntad de Dios en medios de los sentimientos, pensamientos, decisiones y acciones en el servicio del prójimo.
Cada año había que hacer Ejercicios. Eso dio un corazón ardoroso, apasionado y noble a los compañeros de Ignacio de Loyola. También en los Ejercicios encontraron la fuerza, la visión, los medios, las luces del pensamiento, los motivos de la voluntad para hacer cosas grandes, que dieran lo mejor posible con la voluntad de Dios.
En 1540, el Papa Paulo III, autoriza las Constituciones con las que nace la Compañía de Jesús. Ignacio de Loyola fue el primer superior de la naciente orden religiosa, conocida como "los jesuitas".
Desde entonces, los jesuitas se han distinguido por su sentido emprendedor, van a donde nadie quiere ir, se empeñan en realizar obras de gran valor humano. Sobre todo, trabajan en educación, para formar personas con sentido de fe, amor y justicia. Pero también se dedican a servir en lugares muy distintos: los pobres, los refugiados, los niños sin techo, el arte, las misiones en lugares apartados, la investigación científica, llevar los valores del Reino de Dios a culturas alejadas.
Pero el centro de la tarea evangelizadora de los jesuitas son los Ejercicios Espirituales. Herencia de Ignacio de Loyola. Los Ejercicios son el modo como Dios lo quitó de ser un militar con delirios de grandeza y lo hizo amante y servidor de la mayor gloria de Dios, en la ayuda al prójimo.
Hoy recordamos al fundador de una de las mayores y mejores compañía en la historia de la humanidad, la Compañía de Jesús. San Ignacio de Loyola. El jesuita que predicó con su vida y su palabra que el mayor sentido de la vida está en entregar la existencia entera a servir y alabar a Dios, en la persona de los demás.
La vida, enseñó Ignacio, es para contemplar la bondad de Dios en cada acontecimiento, en cada cosa, en cada persona. Y si el mundo es bueno y Dios nos acompaña en nuestro camino, la vida es para servir y para amar.
Comentarios
Publicar un comentario