¿Quién sabe qué es un adolescente?
A veces los adultos nos tomamos demasiadas atribuciones. Más de aquellas que la realidad permite. En el caso de los adolescentes, creemos saberlo todo. "Son flojos, la cultura del menor esfuerzo los ha educado, se la pasan metidos enfrente de todo tipo de pantallas, no les gusta estudiar, detestan el trabajo. Sólo piensan en jugar y pasarla bien. Y nos preocupan. ¿Qué será de ellos?".
Pero, ¿hasta dónde es cierto lo que pensamos de los adolescentes?, ¿Dónde acaba la realidad y dónde comienzan los prejuicios? ¿De veras son un caos sin remedio? ¿Será verdad que nunca han estado tan peor como ahora?
Adolescente viene del latín adolescens, que significa: el que está creciendo. La adolescencia se identifica con el principio de la pubertad y termina con los años de Preparatoria. Un adolescente forma parte del grupo social de quienes tienen entre 12 y 20 años de edad.
Se suele entender que los adolescentes son puro cambio físico y psicológico. Voz chillona, maduración biológica, espinillas, cuerpos larguiruchos, estado emocional inestable.
Los prejuicios de los adultos han encasillado el mundo adolescente como descontrol, inestabilidad, superficialidad, vagancia, chicos que sólo piensan en salir y divertirse.
¿Quién puede decir que sabe lo que hay en las mentes y en los corazones de estos chavos que son estudiantes de secundaria y preparatoria? ¿Acaso habrá alguien que esté libre de prejuicios?
El desarrollo personal está influido por las condiciones sociales y culturales de la comunidad a la que se pertenece. Los adolescentes no son solamente hijos de la naturaleza, con complicaciones biológicas y psicológicas. Los prejuicios nos revelan una imagen falsa, hecha a la medida de nuestros temores y nuestras ignorancias.
¿Cómo es tu comunidad? ¿Qué características tiene tu familia? ¿Cómo son las familias de determinada sociedad? ¿Qué tipo de convivencia se desarrolla en el barrio, en determinada región? ¿Cómo es la ciudadanía de determinado país? ¿Qué tipo de cultura se vive en cada escuela a donde asisten los adolescentes? Es posible que en el análisis de preguntas como éstas, encontremos alguna explicación a la pregunta de por qué los adolescentes son como son.
Un adolescente está creciendo. Está en proceso de maduración. Comete errores. Comete aciertos. Puede ser mejor o peor que los demás. Como cada uno de los adultos.
Los adolescentes son lo que hacemos con la familia, con la sociedad, con la escuela. Son hijos de cada tiempo; cada época produce sus adolescentes.
¿Qué tal si en lugar de juzgar demasiado, mejor nos acercamos a los adolescentes y nos colocamos a su lado, atentos para cuando ocupen de nosotros y, así, caminar junto a ellos y acompañarlos en sus desvaríos y sus intentos?
Ellos, los adolescentes, igual que todos los demás, buscan la realización personal. Sólo que tienen mucha energía y, a veces, cabalgan solos por las extensas llanuras pobladas de cemento, indiferencia, vacío existencial, egoísmo, presunción, máscaras, simulación y vanidad. Quizás por eso percibimos que se alocan. Están en búsqueda y, en ocasiones, no saben para donde estirar. O van sin rumbo, a tientas.
Un adolescente es un ser humano. Está en las fuerzas básicas de la sociedad, porque está aprendiendo a jugar este juego de vivir. Pide y necesita lo que todo mundo pide y necesita: respeto, amor, cuidado, comprensión, libertad, espacio para realizar su vida.
Es probable que en la medida que los adultos aprendamos a comunicarnos con los adolescentes, disminuirán las tensiones, los prejuicios y las distancias generacionales.
En el diálogo, la cercanía y el acompañamiento, sabremos quién es un adolescente. Y cuando la respuesta llegue, en lugar de definirlo, caminaremos junto a él. Creciendo juntos. Madurando juntos.
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