Pensar la política, la educación y la cultura como espacios de invención: Sigifredo Esquivel Marín
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El escritor mexicano José Revueltas sigue siendo vigente para entender los problemas de nuestro tiempo, es la propuesta del doctor Sigifredo Esquivel, profesor de la Universidad Autónoma de Zacatecas, que ganó el premio nacional de ensayo José Revueltas, en su edición 2014, organizado por la Universidad Autónoma de Guerrero. Con el ensayo sobre la mesa, Sigifredo Esquivel dio una conferencia el martes diez de febrero pasado, dentro del Cuarto Coloquio del Doctorado en Desarrollo Educativo, de la Universidad Pedagógica Nacional, en la unidad 321, de Guadalupe, Zacatecas.
Sigifredo inició la conferencia con un diagnóstico de la situación actual. Dijo que lo que pensamos no está a la altura de las circunstancias. Existe actualmente una incapacidad para pensar nuestro tiempo. Se ha generalizado la barbarie, nos invade la violencia y no reaccionamos. Somos indiferentes ante el mal que nos rodea. Nos hemos adaptado a vivir en condiciones de inhumanidad y lo vemos como natural e inevitable. Vivimos en una época alérgica al pensar. Época donde reina el desamparo y la fractura. Ser humano está desamparado y existe una fractura entre las instituciones y los seres humanos. Las instituciones y quienes las dirigen buscan eficiencia y racionalidad, a costa de suprimir la vida plena de las personas.
El lenguaje sólo reproduce consignas. Usamos un lenguaje prescriptivo, no comprensivo. Las palabras se han vuelto incapaces de comprender lo que realmente sucede. El pensamiento comunica opiniones, comentarios. Existe una terrible carencia de reflexiones sensatas. Lo que se habla en la calle y en las universidades sólo es reproducción del pensamiento dominante, que piensa e impone ideas de mecado, competencia, egoísmo, eficiencia insensible. Estamos privados de la reflexión que recupere los fundamentos de la humanidad. El neoliberalismo se ha apropiado del pensamiento sobre la realidad. Difunde un pensamiento que pretende ser el único y quiere privar de la experiencia de pensar libremente. El neoliberalismo absolutiza la realidad. En la lógica predominante todo debe ser eficiencia, orden, control, dominio, exclusión de los débiles.
En época de crisis como la actual, el reto que tenemos frente a nosotros es reconfigurar el sentido del ser humano. Esa es la tarea de nuestro tiempo. Vivimos en medio de la miseria, el desempleo, trabajos precarios, vidas estresadas, desigualdad, corrupción impune. Existimos entre condiciones de inhumanidad. La vida se realiza en medio de la devastación de lo humano y de la vida natural. Estamos frente a la banalización del mal. Nadie se reconoce en el mal. Permanecemos indiferentes frente a la barbarie cotidiana. Han sido neutralizadas la verdad, la justicia y la libertad. Estas palabras son sólo objeto de la retórica vacía e inerte. Presenciamos las ruinas de lo humano. Se impone el individualismo hedonista.
Sigifredo Esquivel habla con pasión, su rostro se ilumina por una sonrisa que lo acompaña permanentemente. Sonrisa que deja ver su gusto por platicar y el gozo de elaborar ideas. Se siente agusto frente a un auditorio de cerca de 40 personas que escucha con atención.
Después del diagnóstico, pasa a discutir algunas salidas a la fractura de civilización que padecemos en el mundo contemporáneo.
La crisis en que vivimos es una chanza de pensar libremente. La vida cotidiana en un laboratorio de posibilidades. La fractura y la experiencia de finitud que vivimos nos debe de doler y lanzarnos a la aventura de configurar la realidad a partir de la propia experiencia. Los sujetos que piensan y actúan por sí mismos, pueden ser los autores de la realidad.
¿Qué podemos hacer para superar las condiciones de inhumanidad actuales? Sigifredo afirma que es necesario pensar la política, la educación y la cultura como espacios de invención. Mirar la realidad desde la perspectiva de la utopía por venir. Pensarnos humilde y creativamente. Es necesario reinventar el lenguaje que dé cuenta de nuestra vida, que reconfigure nuestra identidad y recree la existencia colectiva.
Pensar la política como poética es recrear el espacio público, desde lógicas ajenas al poder, al capital y a la sociedad de consumo. Tenemos una nueva responsabilidad: recuperar al humano como ser en el mundo, rescatarlo de situaciones inmundas. Tenemos la oportunidad y la responsabilidad de intentar acciones creadoras que reconfiguren la identidad humana y la realidad en que existimos. Trastocar la lógica imperante. El arte, la literatura y la educación pueden recrear una identidad emancipada.
Podemos actuar desde la ética, como respuesta humana frente al otro, que el otro tenga primacía en nuestra vida. Y construir la política como espacio de respeto al otro. Una política desde abajo, con pequeñas acciones frente a la vida, que responden a un nuevo lenguaje, a un nuevo modo de relaciones humanas. Busquemos una micropolítica en lo cotidiano, para trastocar la lógica hegemónica.
Contamos con estrechos márgenes de libertad. Se pueden aprovechar. Se pueden generar, desde las capacidades autónomas de la gente, desde la solidaridad y la creatividad del pueblo, diversos espacios de libertad. La palabra verdadera y la acción genuina pueden hacer multiplicidad de respuestas, sin perder el horizonte de sentido. Esta creatividad personal y social hará brotar una reconfiguración de la subjetividad de las personas y los pueblos.
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Dr. Sigifredo Esquivel Marín (derecha); Dr. Jaime Rogelio Calderón (izquierda) |
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Dr. Sigifredo Esquivel Marín (derecha); Dr. Jaime Rogelio Calderón (izquierda) |
El escritor mexicano José Revueltas sigue siendo vigente para entender los problemas de nuestro tiempo, es la propuesta del doctor Sigifredo Esquivel, profesor de la Universidad Autónoma de Zacatecas, que ganó el premio nacional de ensayo José Revueltas, en su edición 2014, organizado por la Universidad Autónoma de Guerrero. Con el ensayo sobre la mesa, Sigifredo Esquivel dio una conferencia el martes diez de febrero pasado, dentro del Cuarto Coloquio del Doctorado en Desarrollo Educativo, de la Universidad Pedagógica Nacional, en la unidad 321, de Guadalupe, Zacatecas.
Sigifredo inició la conferencia con un diagnóstico de la situación actual. Dijo que lo que pensamos no está a la altura de las circunstancias. Existe actualmente una incapacidad para pensar nuestro tiempo. Se ha generalizado la barbarie, nos invade la violencia y no reaccionamos. Somos indiferentes ante el mal que nos rodea. Nos hemos adaptado a vivir en condiciones de inhumanidad y lo vemos como natural e inevitable. Vivimos en una época alérgica al pensar. Época donde reina el desamparo y la fractura. Ser humano está desamparado y existe una fractura entre las instituciones y los seres humanos. Las instituciones y quienes las dirigen buscan eficiencia y racionalidad, a costa de suprimir la vida plena de las personas.
El lenguaje sólo reproduce consignas. Usamos un lenguaje prescriptivo, no comprensivo. Las palabras se han vuelto incapaces de comprender lo que realmente sucede. El pensamiento comunica opiniones, comentarios. Existe una terrible carencia de reflexiones sensatas. Lo que se habla en la calle y en las universidades sólo es reproducción del pensamiento dominante, que piensa e impone ideas de mecado, competencia, egoísmo, eficiencia insensible. Estamos privados de la reflexión que recupere los fundamentos de la humanidad. El neoliberalismo se ha apropiado del pensamiento sobre la realidad. Difunde un pensamiento que pretende ser el único y quiere privar de la experiencia de pensar libremente. El neoliberalismo absolutiza la realidad. En la lógica predominante todo debe ser eficiencia, orden, control, dominio, exclusión de los débiles.
En época de crisis como la actual, el reto que tenemos frente a nosotros es reconfigurar el sentido del ser humano. Esa es la tarea de nuestro tiempo. Vivimos en medio de la miseria, el desempleo, trabajos precarios, vidas estresadas, desigualdad, corrupción impune. Existimos entre condiciones de inhumanidad. La vida se realiza en medio de la devastación de lo humano y de la vida natural. Estamos frente a la banalización del mal. Nadie se reconoce en el mal. Permanecemos indiferentes frente a la barbarie cotidiana. Han sido neutralizadas la verdad, la justicia y la libertad. Estas palabras son sólo objeto de la retórica vacía e inerte. Presenciamos las ruinas de lo humano. Se impone el individualismo hedonista.
Sigifredo Esquivel habla con pasión, su rostro se ilumina por una sonrisa que lo acompaña permanentemente. Sonrisa que deja ver su gusto por platicar y el gozo de elaborar ideas. Se siente agusto frente a un auditorio de cerca de 40 personas que escucha con atención.
Después del diagnóstico, pasa a discutir algunas salidas a la fractura de civilización que padecemos en el mundo contemporáneo.
La crisis en que vivimos es una chanza de pensar libremente. La vida cotidiana en un laboratorio de posibilidades. La fractura y la experiencia de finitud que vivimos nos debe de doler y lanzarnos a la aventura de configurar la realidad a partir de la propia experiencia. Los sujetos que piensan y actúan por sí mismos, pueden ser los autores de la realidad.
¿Qué podemos hacer para superar las condiciones de inhumanidad actuales? Sigifredo afirma que es necesario pensar la política, la educación y la cultura como espacios de invención. Mirar la realidad desde la perspectiva de la utopía por venir. Pensarnos humilde y creativamente. Es necesario reinventar el lenguaje que dé cuenta de nuestra vida, que reconfigure nuestra identidad y recree la existencia colectiva.
Pensar la política como poética es recrear el espacio público, desde lógicas ajenas al poder, al capital y a la sociedad de consumo. Tenemos una nueva responsabilidad: recuperar al humano como ser en el mundo, rescatarlo de situaciones inmundas. Tenemos la oportunidad y la responsabilidad de intentar acciones creadoras que reconfiguren la identidad humana y la realidad en que existimos. Trastocar la lógica imperante. El arte, la literatura y la educación pueden recrear una identidad emancipada.
Podemos actuar desde la ética, como respuesta humana frente al otro, que el otro tenga primacía en nuestra vida. Y construir la política como espacio de respeto al otro. Una política desde abajo, con pequeñas acciones frente a la vida, que responden a un nuevo lenguaje, a un nuevo modo de relaciones humanas. Busquemos una micropolítica en lo cotidiano, para trastocar la lógica hegemónica.
Contamos con estrechos márgenes de libertad. Se pueden aprovechar. Se pueden generar, desde las capacidades autónomas de la gente, desde la solidaridad y la creatividad del pueblo, diversos espacios de libertad. La palabra verdadera y la acción genuina pueden hacer multiplicidad de respuestas, sin perder el horizonte de sentido. Esta creatividad personal y social hará brotar una reconfiguración de la subjetividad de las personas y los pueblos.
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