El nogal de don Isidro Campos
Si don Isidro Campos viviera, el árbol no hubiera sido profanado. Don Isidro hubiera cuidado que nadie lo tocara, como antes lo hizo.
Fue hace 60 años que don Isidro Campos quiso plantar un nogal enfrente
de su tienda La Palma, en la Plaza de Arriba. Pidió la ayuda de don Luz
González y su hijo Gabriel. Entre los tres plantaron un árbol chiquito,
una promesa de árbol. Corría el año de 1955.
Todos los días lo regaba. Todos los días lo cuidaba. Se subía al alto de su tienda y desde el balcón espantaba a los muchachos que se acercaban, ni siquiera lo tocaban, pero él ya estaba protegiendo al arbolito, por si las dudas.
"Véngase a sentar junto a mi árbol", decía don Isidro con orgullo. Era su hijo. Y se sentaba en aquellas bancas de granito. Una a nombre de Luz González y otra a nombre de Isidro Campos. Que nadie se le arrime. Que nadie lo lastime. Que ese árbol se logre.
Y así fue como creció el nogal que todos conocimos enfrente de La Palma, tienda de ropa y zapatos. Nogal que creció bajo la mirada vigilante de don Isidro.
Árbol robusto, fuerte, frondoso. Sus ramas y sus hojas cubrían la parte oriente de la Plaza. Sombra que dio descanso, abrigo y belleza a los teulenses por 60 años.
Pero ya no más. Por una decisión del oficial
mayor de la Dirección de Obras Públicas del gobierno municipal, fue talado el nogal el jueves 12 de marzo. La orden
era cortarlo de tajo, talarlo completo. Para que sus raíces no
siguieran cometiendo el imperdonable crimen de levantar el piso de la
Plaza. Los trabajadores que recibieron la indicación tragaron saliva.
Cortaban con arrepentimiento. Les temblaba la mano.
Hubo protestas. La gente que pasaba por la plaza comenzó a preguntar, a levantar la voz, a protestar. Intervinieron dos vigías del patrimonio cultural. Hizo su presencia una integrante de la asociación civil "Vive Libre", promotora del medio ambiente. "Mejor levanten el piso, corten parte de las raíces, pero no talen el árbol". El pueblo defendía lo suyo. Los teulenses crecimos viendo ese nogal imponente. ¿Cómo tumbarlo nomás porque sí? ¿En qué cabeza cabe? ¿Dónde están los jefes de quien dio la orden?
La presión social evitó lo que parecía irremediable. Llegó la orden de parar la muerte del nogal. Sólo alcanzaron a dejarlo bien pelón, sin ramas.
Esta primavera no veremos florecer al nogal. Ni otras muchas más. ¿Cuánto tiempo llevará al nogal recobrar su frondosidad y su exuberancia perdida por una orden insensata? Quien sabe, pero no será pronto. Madurar es un proceso lento. Destruir es de lo más sencillo.
Por suerte hubo quien reclamara. Valió la voz ciudadana y se evitó un mal mayor.
Si don Isidro Campos viviera...
Todos los días lo regaba. Todos los días lo cuidaba. Se subía al alto de su tienda y desde el balcón espantaba a los muchachos que se acercaban, ni siquiera lo tocaban, pero él ya estaba protegiendo al arbolito, por si las dudas.
"Véngase a sentar junto a mi árbol", decía don Isidro con orgullo. Era su hijo. Y se sentaba en aquellas bancas de granito. Una a nombre de Luz González y otra a nombre de Isidro Campos. Que nadie se le arrime. Que nadie lo lastime. Que ese árbol se logre.
Y así fue como creció el nogal que todos conocimos enfrente de La Palma, tienda de ropa y zapatos. Nogal que creció bajo la mirada vigilante de don Isidro.
Árbol robusto, fuerte, frondoso. Sus ramas y sus hojas cubrían la parte oriente de la Plaza. Sombra que dio descanso, abrigo y belleza a los teulenses por 60 años.
Hubo protestas. La gente que pasaba por la plaza comenzó a preguntar, a levantar la voz, a protestar. Intervinieron dos vigías del patrimonio cultural. Hizo su presencia una integrante de la asociación civil "Vive Libre", promotora del medio ambiente. "Mejor levanten el piso, corten parte de las raíces, pero no talen el árbol". El pueblo defendía lo suyo. Los teulenses crecimos viendo ese nogal imponente. ¿Cómo tumbarlo nomás porque sí? ¿En qué cabeza cabe? ¿Dónde están los jefes de quien dio la orden?
La presión social evitó lo que parecía irremediable. Llegó la orden de parar la muerte del nogal. Sólo alcanzaron a dejarlo bien pelón, sin ramas.
Esta primavera no veremos florecer al nogal. Ni otras muchas más. ¿Cuánto tiempo llevará al nogal recobrar su frondosidad y su exuberancia perdida por una orden insensata? Quien sabe, pero no será pronto. Madurar es un proceso lento. Destruir es de lo más sencillo.
Por suerte hubo quien reclamara. Valió la voz ciudadana y se evitó un mal mayor.
Si don Isidro Campos viviera...
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